Artesanos de Peraltilla.
La herrería, carretería y carpintería de Casa Ventura

Haciendo un repaso de los negocios familiares de Peraltilla en el Siglo XX, destaca la familia Chic, casa Ventura.

La presencia de los Chic en Peraltilla se remonta a la segunda mitad del S XIX, puesto que con antelación a esas fechas no figura ninguna persona con ese apellido en los censos de 1799, 1800, 1804, 1805 y 1817.

En fecha no precisa entre mayo de 1862 y octubre de 1871, D. Buenaventura Chic  adquiere la segunda mitad de una casa sita en la calle Mayor. Previamente el 17-05-1862,  D. Marcelino Barón Broto junto con su esposa Dña. Pabla Rámiz Bielsa, habían adquirido la otra mitad. En origen se trataba de una única casa que había sido un mesón y que en tiempos había pertenecido al municipio.

 

Ventura Chic Cantué y sus hijos

La casa, según protocolo notarial de 1871 se denomina “El Mesón” y  “lleva el número 11, según azulejo antiguo”. Una vez partida da lugar a dos inmuebles con los números 42 y 43, según el callejero de 1871. Este hecho originó el nacimiento de dos nuevas casas en Peraltilla, que conservan los nombres de los dos compradores. Se trata de casa Marcelino y de casa Ventura. 

En el registro de actividades industriales del año 1900 aparece D. Ventura Chic Cantué, en Plaza, 17, regentando un negocio de carretería o construcción de carros. Se casó en dos ocasiones. De su primer matrimonio nacieron José, Ventura, Jesús y Francisco Chic Bruned. Mientras que de su segundo matrimonio nacieron Mariano, Ángel y Manolo Chic Arroyos.

Hacia 1923, el hijo de éste, D. Ventura Chic Brunéd abre una herrería en la misma ubicación, conviviendo ambos negocios a la vez. “Seño” Ventura fue una persona muy entrañable y querida por todos los de Peraltilla. Además de herrero de forja, fue alguacil, campanero y cartero. Se casó con Dña. María Sanz (“seña” María Ventura). Les recuerdo perfectamente siendo niño y guardo de los dos un muy grato recuerdo.  Fueron padres de Concha, Antonio, José, Joaquín y Jesús. Fallecieron al principio de los años 80.

El hijo de ambos, D Antonio Chic Sanz, regentó la carpintería que perduró hasta 1972. Casado con Paquita Barrio, han sido padres de Ángel y de Merche.

Sobre la actividad desarrollada por estas tres generaciones de artesanos de casa de Ventura, voy a copiar literal parte de un artículo que escribí hace veinticinco años y que se publicó en el programa de fiestas del año 1989 con el título “Aquellos oficios de antaño”. En aquel momento fueron mis informantes los hermanos Joaquín y Antonio Chic, un día del verano de aquel año. Decía lo siguiente:

“Es curiosa la forma de pago que se hacía por los servicios del herrero, así para “aluciar” por un año en una casa de un par de mulas se pagaba un doble de trigo (15 kg); en una casa con un par de burros se pagaba media anega de trigo. Era una forma de pago en especie.

En casa Ventura se disponía de un “manchón” (fuelle de fragua) y de una serradora de motor de gasolina de los años 30, lo que supuso un avance en el pueblo.

Entre los encargos más laboriosos destacaba la construcción de los carros. Los materiales que se empleaban eran la madera y el hierro. El proceso a grandes rasgos era el siguiente. Primero se hacían las ruedas en las que había tres piezas distintas: el cubo, los rayos y las pinas. Estas piezas eran de carrasca, menos los cubos que eran casi siempre de olmo, aunque también los había de fresno y de haya.

En los cubos se incrustaban los rayos (solían ser 16 por rueda, hay quien recuerda un carro de casa Cavero con 18) y sobre éstos iban las pinas que daban forma redonda a las ruedas. Un cerco de hierro que se soldaba con una “placa” se ponía al rojo vivo alrededor de las pinas y cuando se enfriaba (con agua para evitar que se quemasen las piezas de madera), presionaba y daba fuerza a las ruedas. A esto se le llamaba “dar tirante”. El eje se compraba en Barbastro.
El resto del carro eran las “varas”, “mocicos”, “meriñaque”, anillas, la máquina y los arcos de madera sobre los que se ponía el toldo.

En 1933 un carro hecho para casa Conte costó 525 pesetas. En 1935 se construyó en casa Ventura una galera para casa Marcelino, que se estrenó para recoger las tortas en la fiesta de San Joaquín de aquel año. Costó 1.000 pesetas.
Era importante la construcción de los “vulquetes”.

Además se hacían “aladros”, “jadones”, herraduras, etc…. Las herraduras eran de tres tipos según fueran para burros, mulas o yeguas.

Junto con aperos y utensilios de agricultura destacaba la fabricación otros tipo casero como: balcones de hierro, “vacías” para matar tocinos, saladeras e incluso matracas.

 

                                                                                              José Miguel Riverola Lacoma